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Dolor de Espalda


En el año 2000, una guía sobre este tema que fue revisada y mejorada en el año 2007. También existe una guía europea llamada COST B13 que tenéis disponible en este link junto con otras guías https://www.kovacs.org/es_publicaciones_documentacioncientificotecnica.html - Guías de practica clínica 

Veamos unas recomendaciones prácticas que os van a ayudar para que el curso natural del dolor evolucione favorablemente. 

1. Mantener la calma, tranquilidad. No nos está ocurriendo nada extraordinario. Si de forma brusca, o en otras ocasiones de forma progresiva, tras realizar un esfuerzo físico (mover unos muebles, por ejemplo) o tras un gesto aparentemente inofensivo (inclinarse hacia delante para recoger un objeto del suelo, por ejemplo) sentimos dolor en la región baja de la espalda, estamos padeciendo un proceso que se conoce como lumbalgia o lumbago agudo. En la gran mayoría de los casos remite con medidas sencillas en pocos días o como mucho en pocas semanas. Si es cierto que durante el año posterior al episodio se suelen producir pequeñas reagudizaciones de corta duración, pero en el 90% de los casos, remiten sin consecuencias. Una actitud positiva ante el problema va a ser de gran ayuda para favorecer la recuperación.

2. Reposo. ¿En que medida? Lo menos posible. Ya no se recomienda el reposo en cama cuando se tiene dolor de espalda, con la excepción de episodios de dolor de gran intensidad. Los músculos de la espalda, ligamentos y articulaciones necesitan ejercicio regular para mantenerse en una forma óptima. La falta de movimiento hace que los ligamentos pierdan elasticidad,  se debiliten los músculos y no se contraigan coordinadamente. Es más beneficioso intentar continuar la actividad ordinaria, dentro de los límites permitidos por el dolor, evitar el reposo en cama y reincorporarse a las actividades cotidianas lo antes posible.  Esta recomendación está avalada por la medicina basada en la evidencia como muy fiable. 

3. Reposo. ¿Cómo? En algunas ocasiones el dolor puede ser de gran intensidad, agravarse con pequeños aumentos de presión en el abdomen ( con la tos por ejemplo o al estornudar) o con gestos de torsión del tronco. En esos casos podemos adoptar una postura de reposo (figura1) en la que las estructuras anatómicas de la espalda soportan la menor presión posible. Deberemos mantener esa postura sólo cuando el dolor sea muy intenso y no se toleren actividades de muy bajo impacto como por ejemplo caminar unos metros. 

4. Calor local. Aunque el frío local tiene un efecto analgésico, y para esto es especialmente útil, pero no ayuda a disminuir las contracturas musculares de la espalda, (ralentiza la circulación de la sangre y por ende, no ayuda a la eliminación de los ácidos, que se acumula en las fibras musculares ante una contractura considerable) y por lo general es peor tolerado. Incluimos en “calor local” modalidades como botellas de agua caliente, bolsas rellenas de semillas calientes, baños calientes, parches de calor, manta eléctrica y lámparas de infrarrojos. En la fase aguda se recomienda la aplicación de calor en la zona dolorosa, mediante una almohadilla caliente envuelta en un paño para no quemar la piel. No colocar la almohadilla durante más de veinte o treinta minutos, porque el calor no va a alcanzar niveles más profundos y podemos sufrir quemaduras. Cuando vamos a dormir también hay que evitar aplicar calor local por el mismo motivo. La analgesia del calor nos va a permitir realizar algunas actividades livianas y evitar los efectos perjudiciales de la inmovilización. En este enlace podéis conocer los efectos analgésicos del calor: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/science/newsid_5149000/5149894.stm

5. Analgésicos del tipo paracetamol. Muchas personas son reticentes a tomar medicación analgésica con la creencia de que disminuir el dolor enmascara el problema sin solucionarlo. Se sabe que disminuir la sensación dolorosa a su vez disminuye el riesgo de que ésta se haga persistente y se cronifique y por otro lado ayuda a que podamos realizar con más facilidad actividades ligeras. Por lo tanto en un cuadro agudo de dolor lumbar es fundamental tomar la medicación analgésica que nos haya prescrito nuestro médico de atención primaria, como podéis comprobar en este enlace http://www.espalda.org/divulgativa/dolor/como_tratar/informacion_paciente/farmacos/farmacos.asp

6. Reincorporarse precozmente a las actividades habituales. Esta recomendación, se considera  una auténtica terapia. En cuanto el dolor nos lo permita, podemos caminar primero por el interior del domicilio. Lo alternamos con períodos tumbados sobre una superficie forme en posición de descanso o en una postura que nos resulte cómoda. Conforme el dolor vaya disminuyendo podemos caminar por espacios más amplios, sin desniveles ni pendientes e ir aumentando poco a poco la duración de la actividad. Eso va a servir para mantener en forma los músculos y ligamentos de la columna. En esta primera fase  evitaremos aquellas actividades que producen aumentos de presión a nivel lumbar, como son la carga de pesos, saltar, realizar movimientos amplios del tronco hacia delante, hacia atrás y realizar actividades en las que haya que girar el tronco.

7.  Acudir al médico ¿cuándo?. Ante un dolor en la zona lumbar intenso o persistente, o en el caso de que el dolor aparezca tras un traumatismo, es indispensable acudir al médico. Con una buena historia clínica y una exploración física detallada se pueden descartar procesos que producen dolor de espalda no-mecánico y que hay que tratar a la mayor brevedad posible. En otras ocasiones, hemos tenido episodios previos que han cedido espontáneamente con medidas sencillas. En estos casos podemos esperar un par de días y comprobar si el dolor desaparece con estas medidas. Siempre que tengamos dudas, es mejor acudir al médico que no hacerlo. La necesidad de acudir o no al médico va a depender fundamentalmente de si es el primer episodio de dolor lumbar (cuando se produce por primera vez en mayores de 50 años es importante hacerlo), de la intensidad del dolor (ante un dolor muy intenso es inexcusable acudir) al igual que cuando el dolor se acompaña de pérdida de fuerza en la pierna o alteración de la sensibilidad en la región del periné. En el siguiente enlace se encuentran recogidas de forma abreviada, las situaciones en las que tenemos que acudir al médico en un episodio de dolor lumbar agudo http://www.espalda.org/divulgativa/cuando_medico/medico.asp

8. Acudir a un programa de Escuela de Espalda. Si el dolor se prolonga más allá de las cuatro semanas, o hemos tenido varios episodios a lo largo de un año que están limitando nuestras actividades cotidianas puede ser útil acudir a una escuela de espalda. En numerosos centros de salud, a nivel de atención especializada y también en ámbitos no sanitarios, tanto en entornos urbanos como en rurales se van haciendo más populares este tipo de programas. Tienen la finalidad de proporcionar conocimientos y habilidades a las personas para ayudarles a prevenir y saber actuar ante este problema de salud tan extendido. Para que sean efectivos, los programas de escuela de espalda, tienen que dar prioridad a conductas activas frente a las conductas pasivas de evitación. Las escuelas de espalda que dan prioridad a la higiene postural sobre el ejercicio no se ha probado que sean útiles. Este es el motivo por el que insistamos tanto en la importancia del ejercicio físico para mantener una espalda sana. 

9. No son necesarias medidas de fisioterapia más complejas como electroterapia analgésica o tracciones vertebrales en la fase aguda. Existe consenso en que no deben prescribirse tratamientos que se apliquen sin participación activa del paciente como terapia única para evitar el sentimiento de enfermedad y la evolución a la cronicidad.  

10. Plantearse modificaciones en el estilo de vida. Un episodio agudo de dolor en la zona baja de la espalda no nos tiene que acobardar. Al contrario, es una oportunidad para reflexionar sobre el estilo de vida que llevamos. Revisemos nuestras rutinas semanales, cuantas horas al día estamos sentados, si las ocupaciones y preocupaciones están impidiendo que hagamos el ejercicio adecuado. Podemos desplazarnos a los centros de trabajo andando o tal vez en bicicleta. Una alimentación inadecuada puede producir sobrepeso y predisponer a padecer episodios repetitivos de dolor en la región lumbar, también el hábito tabáquico o el stress pueden favorecer nuevos episodios. 

Estas recomendaciones se pueden resumir en una frase: intentar mantener el mayor nivel de actividad física de bajo impacto que os permita el dolor tras combatirlo con medidas sencillas y con los analgésicos que os prescriba vuestro médico. 

El episodio de dolor agudo puede ser un buen momento para concienciarnos de que los remedios más sencillos son con frecuencia los más efectivos.

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